ESTA OBRA FUE PRODUCIDA CON EL PREMIO S 2009, EL FONDO NACIONAL DE LAS ARTES Y PROTEATRO

10 de octubre de 2011

CRITICA REVISTA ALREDEDORES


La boticaria no se puede dormir

En un pueblo donde la rutina es la misma calma, la boticaria no puede dormirse debido al calor. Dos hombres la ven y deciden entrar a la farmacia a verla, con cualquier excusa. Así comienza una obra que busca emocionar a partir de la sencillez de la vida cotidiana. Una noche como cualquiera donde nadie volverá a ser igual.
Por Luciano Sáliche – l.a.saliche@hotmail.com

No hay en el mundo nada bueno que en su origen no contuviera una infamia. Esta es la frase de Antón Chéjov, dramaturgo de la obra, que aparece en el folleto cuando uno se sienta a ver La Boticaria. De esta manera nos adelanta que nos encontraremos con un teatro que poco dista de relucir finales felices.


La Boticaria es una obra dirigida por Verónica Mc Loughlin que recrea el cuento de Chéjov adaptándolo a una actualidad no tan distinta. Cuando muchas veces los choques generacionales se preguntan por las emociones de las personas y qué ha sucedido con estas luego de los avances tecnológicos, en esta obra se puede encontrar una respuesta. Porque muchos de los malestares individuales continúan siendo los mismos y es así como la soledad y el miedo al cambio ocupan ese rol.

La historia transcurre en un pueblito y es aquí donde el factor atemporal muestra sus frutos. Dos muchachos que salen a altas horas de trabajar transitan por las calles vacías y oscuras. Una luz en un balcón los sorprende. Hay una muchacha muy bella que, con mucho tedio por el calor, no puede dormirse. Ella no los ve, pero ellos sí. Junto a ella hay un hombre durmiendo, un hombre mayor. Debajo del balcón hay una farmacia que según parece, la muchacha es la que la atiende. Junto a la puerta un cartel que dice “toque timbre”. Así los dos muchachos buscan una excusa para que ella baje y los atienda. La querían ver, se habían quedado fascinados con su belleza. Así comienza la historia.


Tres personajes bien armados en un escenario prácticamente desolado, casi sin escenografía. En un principio los textos son hablados por los actores que con las luces apagadas pintan el paisaje. Todo oscuro y las voces que dirigen la imaginación. Como si hablaran con un lápiz que traza los contornos del escenario. Luego, comienzan las acciones.

La Boticaria es una obra que parte de los acontecimientos fortuitos de personas comunes. No se pretende contar una historia exótica y alucinante. Más bien, se busca inmiscuirse en los anhelos personales de personajes representativos que pudieran ser cada uno de los espectadores. Porque es a partir de una simple situación ordinaria de una noche de verano típica en un pueblo, que el encuentro de estas personas va a generar un quiebre en cada una de sus vidas. Nada volverá a ser igual porque luego de esa noche, el sueño personal de cada uno de los tres se habrá modificado.

Las actuaciones acompañan perfectamente un texto precioso. La adaptación de la obra es muy precisa. La Boticaria genera todo lo que se propone, ilusionar al público con que las grandes transformaciones y cambios de las personas surgen de situaciones sencillas de la vida cotidiana. Una obra imperdible que deja una hermosa sensación a los que desean cultivar y acariciar un espíritu sensible.

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