Según los usos y costumbres, se le dice boticaria a la esposa del boticario. No es necesario estudiar ni tener título habilitante…es algo que se hereda como el apellido.
Verónica Mc Loughlin escribió una pieza teatral que lleva por título ‘La boticaria’ y dirigió a Francisco Espinal, Marianela Iglesia y Mauricio Minetti en la puesta del Anfitrión.
Una historia chiquita, mínima diría, recordando que no solamente son interesantes las historias que cambian al mundo…quizás alguna noche puede significar solamente una noche o quien sabe…en una de esas cambia alguna vida…y capaz que al mundo también.
Olor a pueblo chico en la sala. Un hombre y un muchacho tocando el timbre de la farmacia, esperando ser atendidos por la muchacha en cuestión. Tres soledades que por un rato tienen una vida diferente…y hacen planes…y por un rato se animan a ser lo que quieren ser. Seguramente esos minutos harán perdurable la pequeña historia y me animo a creer que no volverán a ser los mismos al día siguiente.
Una obra chiquita, como esas cosas que una se llevaría a la mesa de luz.